LAS PALABRAS DE LOS SABIOS SON COMO AGUIJONES

“Las palabras de los sabios son como aguijones; y como clavos hincados son las de los maestros de las congregaciones, dadas por un Pastor” (Eclesiastés 12:11)

“Hermanos, no os quejéis unos contra otros” (Santiago 5:9)


Todos, en algún momento, nos hemos sentido heridos por algo dicho en alguna predicación, tomándolo como algo personal. En el caso que nadie haya tenido la intención de herirnos, eso sucede naturalmente, porque hay palabras que son como aguijones para que avancemos, y como clavos hincados, las palabras de los maestros de las congregaciones, dichas en el sentido pastoral. Por eso, debemos recibir con mansedumbre la palabra implada, la cual puede librarnos de muchos dolores y salvar nuestras almas de penas mayores (Santiago 1:21)

Hay una fábula, en la cual un clavo le preguntaba al martillo, ¿por qué siempre me golpeas? Diciéndole que estaba muy dolido por su proceder y pidiéndole no lo maltratara más. El clavo como respuesta le dijo, que jamás había sido su intención lastimarlo y que su servicio, no era golpearlo para hacerle mal, sino que era necesario para ayudarlo a cumplir su propósito, estando como debe estar. Pues si no lo golpeaba, no se afirmaría, ni completaría el objetivo. Muchos preguntan, ¿Por qué siempre el clavo que resalta es el que recibe el golpe? Y yo les digo, que quien resalta es quien recibe el martillazo para que no se quede a la mitad de camino y que termine su obra.

Moraleja: No nos enojemos cuando algo nos sacude, aunque nos golpee. Siempre que sea para bien, para que cumplamos con el propósito que Dios tiene para con nosotros.


Pensamientos para reflexionar

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