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“Porque no nos predicamos a nosotros mismos, sino a Jesucristo como Señor” (2 Corintios 4:5)
“De éste dan testimonio todos los profetas, que todos los que en él creyeren, recibirán perdón de pecados por su nombre” (Hechos 10:43)
El predicador, prosiguió diciéndoles: Realmente, confieso haber hecho cosas que me avergüenzan, pero, puedo decirles de corazón que me he arrepentido y se lo he confesado al Señor. Ahora, soy una persona nueva por la gracia de Dios, quien perdonó todos mis pecados, mediante la muerte de Cristo en la Cruz. Hoy mi mensaje es que “todos los que en él creyeren, recibirán perdón de pecados por su nombre” (Hechos 10:43) Ya que al corazón contrito y humillado, Dios no lo desprecia (Salmo 51:17) Y de eso puedo dar fe.
Los que hemos gustado la benignidad del Señor, podemos decir que todo aquel que arrepentido, reciba a Cristo como su salvador, será perdonado y tendrá vida eterna.
Me sentí obligado a hablarles de mí, pues el diablo quiso silenciarme. Sin embargo, puedo alzar la voz, pues no he venido aquí para predicarme a mí mismo, ni a presentarme como el modelo de persona a seguir. Sino para hablarles de Cristo, ya que en ningún otro hay salvación (Hechos 4:12) Sé que muchos querrán aprovechar mi pecado pasado, para justificar su rechazo al salvador, pues el diablo los incentivará a eso, pero no se dejen engañar, ni pongan excusas. Yo ya he arreglado mis cuentas con Dios, y este es el momento para que ustedes hagan lo mismo.
El acusador no pudo decir nada. El evangelio fue presentado, y finalmente, llevó sus frutos.
Pensamientos para reflexionar
