
“Dejad las simplezas, y vivid, Y andad por el camino de la inteligencia” (Proverbios 9:6)
“Vuelve ahora en amistad con él, y tendrás paz; Y por ello te vendrá bien. Toma ahora la ley de su boca, Y pon sus palabras en tu corazón. Si te volvieres al Omnipotente, serás edificado; Alejarás de tu tienda la aflicción” (Job 22:21-23)
Las personas están llenas de superstición y de cábalas irracionales que guardan a rajatabla, pensando en que por medio de esas cosas les irá bien. Y resulta increíble ver que esas mismas personas, que todo lo creen, cuando escuchan que obedecer a lo que Dios dice, es la clave para que les vaya bien en la vida, enseguida se rebelan y se niegan de plano.
Si bien es cierto que, nadie jamás, podrá evitar totalmente la aflicción mientras estemos en esta tierra, bajo las consecuencias del pecado en todo lo que nos rodea. Podemos sin embargo, evitar todo el dolor proveniente de nuestras malas decisiones, de nuestros pecados, etc. Si obedecemos los mandamientos de Dios.
¡Y cuánto más si las personas, no solo obedecen los principios marcados por el creador, sino que, primeramente, se reconcilian con Dios! Pues, las leyes divinas para el comportamiento del ser humano, no hacen diferencia. Por eso, por ejemplo, cuando Dios dice: “La mano diligente enriquece” (Proverbios 10:4) o “La blanda respuesta quita la ira…” (Proverbios 15.1) Son cosas que las haga quien las haga resultarán provechosas. Pero, a más de ese tipo de bendiciones humanas, Dios bendice con toda bendición espiritual a aquellos que reciben a Cristo como su Salvador.
Tengamos presente: Recibir a Cristo, es la clave del éxito eterno. La decisión más importante en la vida, de la cual nadie se arrepintió jamás.
Pensamientos para reflexionar