LA CARNE SIEMPRE ES LA CARNE

“Los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden; y los que viven según la carne no pueden agradar a Dios” (Romanos 8:7,8)

“Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es. No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo” (Juan 3:6,7)


La Biblia muestra al hombre con una naturaleza pecaminosa que llama carne. Esa carne de la cual se dice que es enferma, (Mateo 26:46 RVR1909)  y que está corrompida no podemos esperar nada bueno realmente. Y esa carne la tenemos todos desde nuestro nacimiento. La carne de ninguna persona es mejor que la de otra. Siempre la carne es la carne, ya sea en  una persona educada y religiosa como en  otra persona en el estado más bárbaro. La carne en Caín le hizo tener celos contra su hermano, enojarse y convertirse en asesino. En Esaú despreciar su primogenitura, en los Fariseos de tiempos del Señor Jesús sentirse superiores llenos de orgullo espiritual (Lucas 18:10-12)

Cuando una persona se convierte a Dios y recibe a Cristo, Dios no mejora esa carne, sino que le da una nueva naturaleza, lo hace un ser nuevo y por eso se produce un  cambio tan notable cuando alguien experimenta el nuevo nacimiento espiritual, imprescindible para la salvación (Juan 3:5)

Tengamos siempre eso en cuenta. La carne también obra religiosamente. No nos guiemos solo por las apariencias. Muchas veces las cualidades de las personas parecen la conversión. ¡Cuidado!, No es así. Caín ofreció una ofrenda a Dios y  Esaú lloró procurando la bendición divina y sin embargo, eran impíos, como los Fariseos que eran religiosos y con corazones vacíos de Dios, aunque igual oraban, ayunaban y diezmaban. 


Pensamientos para reflexionar

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