
“Y entró Jesús en el templo de Dios, y echó fuera a todos los que vendían y compraban en el templo, y volcó las mesas de los cambistas, y las sillas de los que vendían palomas” (Mateo 21:12)
“Para que sean afirmados vuestros corazones, irreprensibles en santidad delante de Dios nuestro Padre” (1 Tesalonicenses 3:13)
“Santificad a Dios el Señor en vuestros corazones” (1 Pedro 3:15)
“Para que habite Cristo” (Efesios 3:17)
Un evangelista muy conocido decía: “Cristo no va a vivir en la sala de tu corazón, si al mismo tiempo hospedas al diablo en el sótano de tus pensamientos” Y eso es muy justo.
Muchos, como dice el salmista, evidencian que no está Dios en ninguno de sus pensamientos (Salmo 10:4) Pero otros, escuchan y no están lejos del reino de Dios, pero, el tiempo pasa, y no reciben a Cristo. No se ve a Cristo en sus vidas, pues Cristo no puede habitar en la sala de su corazón si el diablo está hospedado en el sótano de sus pensamientos…
Evidentemente, cuando alguien no se entrega a Cristo al haber escuchado claramente el mensaje de salvación, evidencia que hay pensamientos y cosas que no quiere desalojar de su vida que se lo impiden. Eso es muy triste, pues nada se puede comparar con Cristo y la vida eterna que se encuentra en él.
Jesús al entrar en el templo echó fuera a los que vendían y compraban y dio vuelta la mesa de los cambistas etc. Pues, Dios no pude cohabitar con ciertas cosas. Lo mismo ocurre con nuestro corazón. Así como él purificó el templo, debe purificar nuestro corazón para poder habitar en él.
Deja que Cristo saque todo lo malo de ti que lo estorba y desaloja de tus pensamientos al diablo y sus cosas, para que more Cristo.
Pensamientos para reflexionar