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“Profesando ser sabios, se hicieron necios… ya que cambiaron la verdad de Dios por la mentira” (Romanos 1:22,25)
“No quisieron escuchar, antes volvieron la espalda, y taparon sus oídos para no oír” (Zacarías 7;11)
Los hombres creen, lo que quieren creer. La Biblia nos habla de personas que, como Abraham le creyeron a Dios y fueron bendecidos, cuando lo que se les comunicaba, eran cosas humanamente imposibles. Y otros, a los cuales Jesús tuvo que decirles: Si os lo dijere, no creeréis” (Lucas 22:67) “Si no viereis señales y prodigios, no creeréis” (Juan 4:48) “Yo soy el pan de vida, el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás. Mas os he dicho, que aunque me habéis visto, no creéis” (Juan 6:35,36) Porque veía en ellos una voluntad activa para rechazarlo.
También, les anticipó que esa falta de fe, los llevará a recibir al Anticristo. Diciéndoles: “Yo he venido en nombre de mi Padre, y no me recibís; si otro viniere en su propio nombre, a ése recibiréis” (Juan 5:43) Haciéndoles ver, que caerán en el engaño, debido al estado de sus corazones, pues desecharán el amor y la verdad de Dios, prefiriendo la mentira.
Los hombres creen en infinidad de cosas, no por las pruebas que tienen al respecto, sino porque, eligen creer en esas cosas para no creerle a Dios. Pues, se necesita más credulidad para proceder de esa manera, que para aceptar lo que dice la Biblia. Porque la fe tiene un objetivo digno y verdadero que es Dios, la credulidad no tiene nada.
Pensamientos para reflexionar
