En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados… Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero” (Juan 4:10 y 19)
Hay una corriente carismática que incita a las personas a decirle a Dios cuanto lo aman. De esa manera, los fieles oran declarándole su amor a Dios lleno de expresiones grandilocuentes, pensando que eso es espiritualidad.
Bien es cierto que los cristianos aman, pues así lo dice la Biblia: “Todo aquel que ama, es nacido de Dios, y conoce a Dios. El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor” (1 Juan 4:7,8) Pero, los cristianos, aman verdaderamente y no de palabra, sino de hecho y en verdad. (1 Juan 3:18)
La Biblia, nos enseña cual es la manera de expresar el amor. El Señor Jesús dijo: Si me amáis, guardad mis mandamientos… El que me ama, mi palabra guardará” (Juan 14:15 y 23) Quien tropieza en la Palabra y quisiera sacarle hojas a su Biblia para poder seguir adelante con sus pensamientos, no ama a Cristo. Quien tiene el amor de Dios en su corazón, ama a Dios, a los hermanos a la Palabra, y aborrece las cosas del mundo que antes llenaban su corazón.
Quien ama al mundo y las cosas que están en el mundo, difícilmente ame al Señor y a los suyos, pues, muestra por su amor al mundo, que el amor del Padre no está en él. (1 Juan 2:15)
¡Cuidado! No se trata de decir yo amo a Dios, pues, Dios pesa los corazones.
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