(Léase la parábola del Hijo pródigo en Lucas 15:11-32)
“¡Ay de los hijos que se apartan, dice Jehová, para tomar consejo, y no de mí; para cobijarse con cubierta, y no de mi espíritu, añadiendo pecado a pecado! Que se apartan para descender a Egipto, y no han preguntado de mi boca” (Isaías 30:1,2)
En la parábola del hijo pródigo, se ve a un joven yéndose lejos para vivir conforme a sus deseos sin tapujos ni excusas.
Sin embargo, hay también otra forma de dejar la casa para poder traspasar esos linderos antiguos que pusieron los padres (Proverbios 22:28) Y es la de hacer exactamente lo mismo que el hijo pródigo, pero en paz, reclamando que todos lo comprendan y acepten, pues ya decidieron vivir de manera emancipada, porque se consideran grandes y necesitan no sentirse asfixiados
Quienes quieren vivir de esta forma, no siempre quieren vivir perdidamente, como terminó viviendo el hijo prodigo (Lucas 15:13) pero como dice la Biblia: “Su deseo busca el que se desvía, Y se entremete en todo negocio” (Proverbios 18:1) Y allí aprovecha el enemigo de su alma, para llevarlo a su ruina. “Se entra suavemente; Mas al fin como serpiente morderá (Proverbios 23:31)
Muchos quieren “vivir libremente” sin el control y la contención de nadie, no viendo nada malo en eso, pero en otros ámbitos y con personas que viven en el pecado, pronto olvidarán las enseñanzas recibidas y comenzarán a deslizarse.
¡Cuidado! Vivir lejos de Dios jamás resultó.
Por eso, si te has alejado en desobediencia, o piensas independizarte para vivir sin que nadie se entrometa en tu vida, piénsalo bien y vuélvete a Cristo. Lo que necesitas es una nueva vida, pero no en el mundo, sino en Jesús.
Pensamientos para reflexionar
Todos los escritos