Y MURIÓ…

“Y fueron todos los días que vivió Adán novecientos treinta años; y murió… Y fueron todos los días de Set novecientos doce años; y murió…  Y fueron todos los días de Enós novecientos cinco años; y murió…  Y fueron todos los días de Cainán novecientos diez años; y murió…” (Génesis 5: 5, 8, 11 y 14)

“La palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu” (Hebreos 4:12)


Una joven creyente, luego de mucha oración y ejercicios de corazón logró que su tío accediera a acompañarla a una reunión cristiana. La noche que asistieron a la reunión, el hermano que tomó la palabra leyó el capítulo 5 de Génesis donde se menciona la descendencia de Adán y es un pasaje lleno de nombres y datos. La joven terminó desalentada, porque esperaba que ese día el mensaje fuera más apropiado para alguien que asistía a las reuniones por primera vez. Sin embargo. Su tío, salió conmovido y se quedó pensando. Los días siguientes, no encontraba paz por algo que quedó resonando en su cabeza. El capítulo 5 de Génesis menciona una y otra vez una frase luego de la vida de cada persona y es la que dice: “Y murió…” Él recordaba eso y pensaba. Así como cada una de esas personas, vivió, hizo cosas grandes, tuvo sus días de gloria, etc. finalmente llegó el día para ellos, como llegará para mí, en que se diga: “Y murió…” ¿Cuándo eso suceda qué será de mí? ¿Dónde pasaré la eternidad? Estos pensamientos lo atormentaron hasta que consiguiendo una Biblia leyó en ella que Jesús dijo: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente (Juan 11:25,26) y lo recibió como su salvador.


Pensamientos para reflexionar

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