
“Vosotros sois dioses, Y todos vosotros hijos del Altísimo; Pero como hombres moriréis” (Salmo 82:6)
“Y dijo a los jueces: Mirad lo que hacéis: porque no juzgáis en lugar de hombre, sino en lugar de Jehová, el cual está con vosotros cuando juzgáis” (2 Crónicas 19:6)
El Salmo 82 habla de los gobernadores y jueces de la tierra, a los cuales Dios les confirió autoridad para juzgar como representantes suyos.
Esos hombres deben tener mucho cuidado, y juzgar en el temor del Señor, porque de esa posición serán bajados, sino cumplen con su responsabilidad, ya que Dios mira y juzga todo cuanto hacen, y un día inexorablemente tendrán que dar cuentas.
Los cristianos, también tenemos responsabilidades en cosas que debemos juzgar. “¿No juzgáis vosotros a los que están dentro?” (1 Corintios 5:12) Aquí, la palabra dentro, se refiere a juzgar dentro de la congregación, aplicando la disciplina para mantener el orden en la Casa de Dios.
Los santos reunidos en torno al Señor deben juzgar el mal y actuar en consecuencia conforme al pensamiento de Dios. Y ¡qué responsabilidad tan grande es esa!
Jesús dijo: De cierto os digo que todo lo que atéis en la tierra, estará atado en el cielo; y todo lo que desatéis en la tierra, estará desatado en el cielo” (Mateo 18:18) Este versículo nos enseña que la disciplina no puede dejar de aplicarse, porque lo atado en la tierra está atado en los cielos; como así también que, no se pueden dejar causas sin desatar en la tierra cuando la disciplina logró su objetivo en los cielos que era conducir a quien había pecado al arrepentimiento sincero y a la confesión.
Pensamientos para reflexionar