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“Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis. Entonces me invocaréis, y vendréis y oraréis a mí, y yo os oiré; y me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón” (Jeremías 29:11-13)
En tiempos de cuarentena, el mundo tuvo que cambiar algunas modalidades y muchas tareas pasaron a realizarse de manera no presencial, sino a través de una comunicación llamada “virtual” por medio del Internet.
Virtual, según la RAE. Es algo que tiene virtud para producir un efecto, aunque no lo produce de presente, frecuentemente en oposición a efectivo o real. B) Que tiene existencia aparente y no real.
La Iglesia del Señor, al no poder reunirse presencialmente, adoptó por momentos, debido a las circunstancias, reunirse a través de una comunicación vía internet. Muchos menospreciaron esta forma de reunirse hasta el desprecio. Sin embargo, son formas que Dios permite que los suyos aprovechen, siempre que lo hagan conforme a su voluntad, para superar las imposibilidades.
Por ese motivo, debemos ser cuidadosos cuando nos referimos a las reuniones virtuales, porque en realidad, ciertos tipos de reuniones cristianas, no encajan en las definiciones de la palabra virtual. Si pensamos en virtual como algo que se hace pero que no es efectivo o real, que tiene solo la apariencia, pero que en realidad no lo es, nos estaríamos confundiendo.
Gracias al Señor, fue y es real la edificación, el efecto de la Palabra de Dios en quienes se han convertido en esas reuniones, como fueron reales las oraciones a nuestros Dios, etc. Aunque esto no quite la verdad de que la Iglesia deba congregarse de manera presencial.
Pensamientos para reflexionar
