VER, CODICIAR Y CEDER AL PECADO (1)

No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. (1 Juan 2:15,16)

Muchos se preguntan si el diablo sabe lo que estamos pensando y de esa manera nos tienta para que pequemos.

Satanás, no sabe lo que estamos pensando, ni conoce todas las cosas, pues no posee ese atributo. Quien conoce todas las cosas, es únicamente Dios. Sin embargo, el diablo, es un ser que tiene una gran experiencia viendo la conducta de los hombres. Él conoce la historia del hombre desde el principio, por eso no necesita saber específicamente que piensa el hombre, sino que utiliza los accesos que la misma Palabra de Dios declara para que estemos alertas, para tentarnos y hacernos caer. Estos accesos son: La concupiscencia de la carne, la conscupiscencia de los ojos y la vanagloria de la vida. (1 Juan 2:16 V. Mod)

Eva vio el fruto prohibido, codició aquel fruto y tomó del fruto cayendo en pecado. (Génesis 3:6) Acán, desobedeció en cuanto al anatema, porque vio un manto babilónico, doscientos siclos de plata y un lingote de oro, los cuales codició y tomó. (Jueces 7.21) Lo mismo sucedió con David, quien vio a una mujer bañándose, la codició y luego fue y la tomó, pecando contra Dios (2 Samuel 11:2)

Siempre es el mismo recorrido, por eso la Palabra dice: “Tus ojos miren lo recto” (Proverbios 4:25) Enseñándonos a no codiciar (Éxodo 20:17) y a no apartarnos en pos de las vanidades (1 Samuel 12:21)


Pensamientos para reflexionar

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