“Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquel que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero” (Juan 6:40)
“Y yo le vi, y he dado testimonio de que éste es el Hijo de Dios. El siguiente día otra vez estaba Juan, y dos de sus discípulos. Y mirando a Jesús que andaba por allí, dijo: He aquí el Cordero de Dios” (Juan 1:34-36)
Muchos dicen creer en Jesús, porque aceptan que un hombre llamado Jesús anduvo sobre esta tierra. Creen que fue un hombre ejemplar, un profeta de Dios, un verdadero mártir que murió en la cruz del calvario y muchas otras cosas más acerca de su persona, pero uno se pregunta: ¿Esas personas, son salvas? ¿Es esa la fe que hay que tener para salvación?
La Biblia enseña claramente que no es eso la fe salvadora para que el hombre tenga vida eterna. Los judíos, obviamente no negaban la existencia de Jesús. Muchos inclusive no negaban los milagros que él hacía, y se sorprendían como hablaba la Palabra de Dios. Sin embargo, no veían en él al Hijo de Dios, venido a la tierra como el Cristo de Dios. Veían al hijo de José y María, veían a un hombre ejemplar, porque veían a una persona noble e integra, pero necesitaban ver más. Algo que se negaban a aceptar, y era que Jesús es el Hijo de Dios, por lo tanto, Dios con nosotros.
La voluntad de Dios es que todos los hombres sean salvos. (1 Timoteo 2:4) y para cumplir eso, su voluntad es que todo aquel que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna. (Juan 6:40)
Notemos bien ese orden: Ver al Hijo de Dios en la persona de Jesús y convencidos de pecado, creer en él como salvador.
Pensamientos para reflexionar