“Porque ¿quién sabe cuál es el bien del hombre en la vida, todos los días de la vida de su vanidad, los cuales él pasa como sombra?” (Eclesiastés 6:12)
“Porque contigo está el manantial de la vida; En tu luz veremos la luz” (Proverbios 36:9)
Los existencialistas, siempre se preguntaron: ¿Vale la pena vivir?
En realidad, que el hombre se pregunte eso, evidencia lo mal que se vive sobre la tierra.
Sin embargo, Dios no hizo al hombre para que experimentara esa desazón. El hombre vive de esa manera a causa de su alejamiento de su creador. El hombre excluye a Dios de su vida y luego padece las consecuencias.
El libro del Eclesiastés nos hace ver la futilidad de la vida, la vanidad de la vida sin Dios. En ese libro, particularmente, Salomón, es como que trazara una línea dividiendo las cosas. Arriba de esa línea está Dios y la verdad plena. Debajo del sol, el hombre sobre la tierra, con todo lo que deseara su alma, pero haciendo la experiencia que todo es vanidad. Allí es como que también se hace la pregunta: ¿Vale la pena vivir? ¿Qué sentido tiene todo aquí abajo donde todo pasa? Pero luego nos enseña que “El fin de todo el discurso oído es este: Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre” (Eclesiastés 12:13)
Si los seres humanos viven alejados de Dios, alejados de las cosas celestiales y espirituales. Si viven desconociendo la verdad, correrán toda la vida tras cosas ilusorias y se verán finalmente decepcionados. El hombre debe vivir en comunión con Dios. De esa manera sí, vale la pena vivir.
Pensamientos para reflexionar