UN SIMPLE CORTE DE CABELLO

“Con sinceridad, como de parte de Dios, y delante de Dios, hablamos en Cristo” (2 Corintios 2:17)

“Hermanos, sed imitadores de mí, y mirad a los que así se conducen según el ejemplo que tenéis en nosotros” (Filipenses 3:17)

“No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento…” (Romanos 12:2)


Un predicador conocido, fue a cortarse el pelo a uno de los mejores salones de Brasil, donde los estilistas sacaban el perfil de cada cliente y le recomendaban un corte personificado. Aquel predicador tenía poco pelo y se peinaba de una manera especial cubriendo su calvicie incipiente. En el salón le recomendaron, cortarse el cabello bien bajito, explicándole lo siguiente.

Usted es un predicador. Usted predica la verdad. La gente quiere encontrar en usted reflejada la verdad y la sinceridad. En un cantante o un artista de su edad, es distinto. En ellos la gente busca otra cosa, le piden que oculten el paso del tiempo. No importa lo que disimulen ni escondan, la gente los busca de otra manera, pero no así a un cristiano. Allí, aquel cristiano aprendió una lección importante de vida.

Todos tenemos la tendencia de compararnos con alguien. Quizás, una de las ruinas del cristianismo actual es que los creyentes ya no buscan parecerse al apóstol Pablo, o a los fieles servidores de Cristo que nos precedieron, sino a los grandes “predicadores” modernos. Aquellos que son famosos y viven casi como si fueran artistas. Imitan a aquellos que ostentan sus logros académicos, sus doctorados, sus títulos humanos con los cuales los honra la cristiandad que ha profesionalizado la fe cristiana. El Señor dijo claramente: “Mas no así entre vosotros” (Lucas 22:26) Sino revistiendo los caracteres de Cristo. 


Pensamientos para reflexionar

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