UN NIÑO NOS ES NACIDO, HIJO NOS ES DADO

“Por tanto, el Señor mismo os dará señal: He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel” (Isaías 7:14)

“Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro” (Isaías 9:6)


La Palabra de Dios es perfecta. Ella anunciaba anticipadamente que una virgen concebiría y daría a luz un hijo y que ese hijo, sería Dios con nosotros (Emanuel).  Anunciaba que un niño nacería y que el hijo nos era dado.

Prestemos mucha atención en aquella profecía que se cumplió cuando nació Jesús.

En ese momento, hace ya un poco más de dos mil años nacía un niño. Un niño venía al mundo nacido allí en el vientre de la virgen María. El Hijo de Dios nos estaba siendo dado.

Cómo niño, ¿era eterno? No, como niño nació en un determinado momento. ¿Cómo Hijo, su comienzo es en el vientre de la virgen María? No. Como Hijo es eterno.

“Eternamente tuve el principado, desde el principio, Antes de la tierra” (Proverbios 8:23) El Hijo es eterno, pues es la Segunda persona de la trinidad. 

Esa persona divina, se humanó por amor a nosotros. Se revistió de humanidad para tomar la causa del hombre e ir a la cruz para llevar su castigo.

Como no había otra forma de expiar el pecado, al Señor le fue preparado un cuerpo, para que pudiera dar su vida en nuestro lugar. (Hebreos 10:5) Por eso, el nacimiento de Cristo, nos mueve a la adoración cuando lo relacionamos a su misión redentora.  Cuando pensamos en que él tomó un cuerpo para entregarse sin mancha a Dios (Hebreos 9:14)


Pensamientos para reflexionar

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