TRABAJADORES

“Trabajad; porque yo estoy con vosotros, dice Jehová de los ejércitos” (Hageo 2:4)

“Esforzaos vosotros, y no desfallezcan vuestras manos; pues hay recompensa para vuestra obra” (2 Crónicas 15:7)

“Porque Dios no es injusto para olvidar vuestra obra y el trabajo de amor que habéis mostrado hacia su nombre” (Hebreos 6:10)


Algunas piensan que el trabajo es una maldición bíblica, sin embargo, lejos de ello, el trabajo es una bendición, pues cuando Dios colmó al hombre de bendiciones en el huerto de Edén, le dio un trabajo: “Tomó, pues, Jehová Dios al hombre, y lo puso en el huerto de Edén, para que lo labrara y lo guardase” (Génesis 2:15)

Nuestro Señor fue conocido como el carpintero, pero a más de eso, trabajó incansablemente en la obra de Dios. (Juan 5:17) Él enseñó que los hombres no debían esforzarse solamente trabajando por la comida y las cosas que perecen, sino por lo que a vida permanece. (Juan 6:27) “Porque no solo de pan vivirá el hombre”. Hay una parte espiritual que necesita ser alimentada por la Palabra de Dios.

Hoy, Dios nos llama a trabajar en su viña. A hacer la obra del Señor.

Bienaventurados aquellos que sin mirar atrás ponen las manos en el arado y trabajan para la extensión del reino, hablándoles de Cristo a las almas, invitándolas a las reuniones…

Bienaventurados los que siembran y enseñan la Palabra, los que crían hijos para el Señor, los que desde donde Dios los colocó, hacen todo para la gloria de Dios. 

Porque para ellos está escrito: “Estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano” (1 Corintios 15:58)


Pensamientos para reflexionar

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