TODOS LOS SALVOS, SALVOS POR GRACIA.

“Dios… quien nos salvó y llamó con llamamiento santo, no conforme a nuestras obras, sino según el propósito suyo y la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos” (2 Timoteo 2:8,9)

“Porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres” (Tito 2:11)


Desde la primera persona salva, hasta el último que se salve, a pesar de los cambios de dispensación; siempre, tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo, fueron, son y serán salvas por gracia, mediante la fe. (Efesios 2.8)

Lógicamente, Dios, al haberse revelado progresivamente, hizo que los hombres, debido al tiempo y al lugar donde vivieron, tuvieran una distinta revelación de Dios. Sin embargo, todos, sin excepción, fueron y son objetos de su gracia benéfica.

Gracia es un favor o un don no merecido que proviene simplemente de alguien que ha querido darlo o hacerlo. Por eso la salvación es por gracia, ya que ningún hombre por sí mismo la merecía.

Si tan solamente se dijera que el hombre es salvo por gracia, y la gracia es algo que habla de lo inmerecido, la salvación tendría que aplicarse a todos los hombres sin excepción. Pero dice: mediante la fe, y esto es porque a través de los tiempos Dios se ha manifestado y ha hablado, y el hombre, tiene la responsabilidad de haberlo reconocido y creído para que esa salvación se le adjudique.

Debido a esto, los que se pierden, lo hacen únicamente bajo su responsabilidad. Por no haber conocido a Dios cuando se les manifestó de distintas maneras, o, por no haber obedecido el mensaje del evangelio, desechando abiertamente la gracia de Dios (2 Tesalonicenses 1:9)


Pensamientos para reflexionar

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