“Vanidad de vanidades, dijo el Predicador; vanidad de vanidades, todo es vanidad” (Eclesiastés 1:2)
“Dejad las simplezas, y vivid, Y andad por el camino de la inteligencia” (Proverbios 9:6)
“Porque, Toda carne es como hierba, Y toda la gloria del hombre como flor de la hierba. La hierba se seca, y la flor se cae” (1 Pedro 1:24)
Salomón dice en el libro del Eclesiastés: “Vanidad de vanidades, dijo el Predicador; vanidad de vanidades, todo es vanidad” (Eclesiastés 1:2) La palabra vanidad tiene su origen en vano, que es algo sin semilla adentro, vacío. Por eso, todo lo que es hueco, vacío, lo que no produce lo que debería se menciona como vano.
Salomón buscó el sentido de la vida incursionando en muchísimas cosas, y luego de correr tras ellas, tras la hermosa apariencia que tienen muchas veces las cosas, se dio cuenta de que eso estaba vacío, que era vanidad. Quién lea el Eclesiastés constatará como Salomón experimenta que fuera de Dios no hay nada. Ni en la sabiduría, las artes, la fama, la gloria, la alegría… encontró lo que llenara su corazón. Todo es vanidad y aflicción de espíritu (Eclesiastés 1.14)
Hoy la gente logra cosas que antiguamente eran impensadas, pero viven vacías. Hoy se cultiva más lo estético que lo ético, más lo superfluo y terrenal que lo espiritual y eterno. Hoy se corre tras las cosas como tras el viento, para luego constatar indefectiblemente que todo es vanidad.
El fin del discurso de Salomón, luego de todo ese desencanto, es este: “Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre” (Eclesiastés 12:13) El hombre solo encuentra sentido en su vida cuando se vuelve a Dios por medio de Jesucristo.
Pensamientos para reflexionar