“No fue encubierto de ti mi cuerpo, Bien que en oculto fui formado, Y entretejido en lo más profundo de la tierra. Mi embrión vieron tus ojos, Y en tu libro estaban escritas todas aquellas cosas Que fueron luego formadas, Sin faltar una de ellas ¡Cuán preciosos me son, oh Dios, tus pensamientos! ¡Cuán grande es la suma de ellos! (Salmo 139:15-17)
“Antes que te formase en el vientre te conocí, y antes que nacieses te santifiqué” (Jeremías 1:5)
Muchos de nosotros hemos leído el siguiente test del embarazo en algún momento, pero de todas maneras será bueno volver a meditar en ello.
El test comienza con las siguientes preguntas:
1) El padre asmático, la madre tiene tuberculosis. Tienen 4 hijos. El primero es ciego, el segundo sordo, el tercero murió y el cuarto tiene tuberculosis.
¿Recomendarías un aborto en esta situación?
2) Un ministro cristiano y su esposa enfrentan problemas económicos muy fuerte. Ya tienen 14 hijos y están viviendo carencias muy grandes. Considerando su indigencia, ¿recomendarías que la esposa aborte a su decimoquinto hijo?
3) Una joven está embarazada. No está casada y su prometido no es el padre del niño que está esperando. ¿Le recomendarías que aborte?
Quien haya contestado que sí, lea lo siguiente:
En el primer caso, de haberse practicado un aborto se hubiera matado a Ludwig Van Beethoven famoso músico, compositor, director de orquesta y pianista (1770-1820)
En el segundo caso, de haber contestado que sí, le hubieses quitado la vida a John Wesley, considerado uno de los más grandes predicadores del evangelio.
Y en el tercer caso, de haber recomendado un aborto, hubieras atentado contra la vida de nuestro Señor Jesucristo.
¡Qué distintas se ven las cosas cuando las vemos con los ojos de Dios y confiamos en él! Nadie nace por casualidad. Cada persona tiene un valor incalculable ante los ojos de Dios.
Pensamientos para reflexionar