SUSTITUCIÓN

“En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados” (1 Juan 4:10)

“Él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él” (Isaías 53:5)

“Llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero” (1 Pedro 2:24)


Por medio de su Palabra Dios creo los cielos y la tierra. Dijo y fue hecho. Sin embargo, para salvarnos, no utilizó su palabra, sino que entregó a su Hijo Unigénito para que diera su vida por nuestros pecados.

Dios quiso salvar al hombre haciendo sustitución.

Para el pecado no hay ningún indulto. Dios no pasa por alto al pecado. Como soberano, Dios puede hacer cualquier cosa y nadie puede decirle nada, pero quiso salvarnos mediante una obra que lo manifestase tal como es, santo y justo en todo.

Se cuenta que en un lugar, había un juez que tenía que juzgar un fraude. El juez era una persona muy respetada, pero en esa ocasión, algunos no querían que se ocupara del caso  porque el acusado era su propio hijo. Contrariamente a lo que se pensaba, el juez fue implacable y condenó severamente la falta. Como Juez, impuso la condena máxima, pero como padre, quiso pagar él por su hijo,  y  entregó todo cuanto tenía. Eso de alguna manera refleja el accionar de Dios, quien no atenuó en nada la pecaminosidad del hombre, sino que condenó el pecado implacablemente, aunque el que tuvo que beber la copa del juicio fue su amado Hijo, y la bebió  hasta los sedimentos. (Isaías 51:17)

Cristo fue nuestro sustituto en el lugar del castigo por el pecado, muriendo en la cruz del calvario.


Pensamientos para reflexionar

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