“De palabra de mentira te alejarás, y no matarás al inocente y justo; porque yo no justificaré al impío” (Éxodo 23:7)
“No atentarás contra la vida de tu prójimo. Yo Jehová” (Levítico 19:16)
“Y las parteras temieron a Dios, y no hicieron como les mandó el rey de Egipto, sino que preservaron la vida a los niños… Y por haber las parteras temido a Dios, él prosperó sus familias.” (Éxodo 1:17 y 21)
Dios es absoluto y por lo tanto hace lo que quiere. Sin embargo, él no hace nada indebido.
Algunas personas preguntan: ¿Cómo puede ser que Dios haya bendecido a las parteras de Egipto por haber mentido, si la mentira es del diablo? (Véase Éxodo 1:15-20)
En realidad, no se dice que las parteras fueron bendecidas por haber mentido, sino que fueron bendecidas porque temieron a Dios. La mentira es del diablo que es el padre de mentira y el mentiroso por excelencia. (Juan 8:44) Y Dios no las aprueba. Sin embargo, en la Biblia encontramos situaciones en las que se mintió y sin embargo, Dios no condenó esa mentira.
Para comprender eso, debemos tener presente que, aunque los principios de Dios son absolutos y siempre mentir es malo, cuando, inevitablemente, como en el caso de las parteras, se encuentran enfrentados dos absolutos negativos, <en ese caso la mentira y la muerte de los niños>, era necesario optar por mantener el absoluto mayor. Y en ese caso, el absoluto mayor es justamente el valor de la vida. Las parteras lo hicieron por temor a Dios, sacrificando un principio absoluto, como es el de la mentira, por no encontrar otra opción, y Dios las bendijo, no por haber mentido, sino por haber temido y obedecido el pensamiento divino para ese momento.
Como este, hay varios casos en los cuales se aplica el mismo principio.
Pensamientos para reflexionar