
“Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento” (Romanos 12:1.2)
“Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios” (1 Corintios 6:20)
La Biblia habla acerca de la vestimenta de los hijos de Dios, y destaca ciertas cualidades:
PUREZA, CASTIDAD, PUDOR, MODESTIA. como también advierte claramente para que nuestro atavío no sea ostentoso, ni con lujos que llamen la atención.
Estas cosas son fáciles de entender y si prestamos atención en ellas no osaremos vestirnos de una manera desacertada, ni querremos discutir ni justificar nada que no provenga del Padre, a lo cual no nos conduce el Espíritu Santo.
PUREZA: Es la cualidad de puro, de algo sin mezcla. Este principio debemos aplicarlo en todos los aspectos de la vida, “porque el hombre de doble ánimo, es inconstante en todos sus caminos” (Santiago 1:8)
Una conducta y vestimenta CASTA, nos habla de lo apropiado ante los ojos puros de Dios, de lo que se abstiene de todo aquello que sea lujurioso.
PUDOR: Define el diccionario que es la vergüenza de mostrar o exhibir el cuerpo desnudo. Ya sea completamente o por partes.
MODESTIA: Es la cualidad de no hacer alarde de las cualidades, ni nada de lo que se posee. Es la ausencia de vanidad, engreimiento, OSTENTACIÓN…
Así mismo, LUJO, como sabemos, es la exhibición o manifestación de la riqueza que se posee.
Cuando meditamos en esto, nuestros pensamientos se ubican. Ya no diremos ¿Qué tiene de malo esto o aquello? Sino que buscaremos lo acorde, para glorificar a Dios en nuestros cuerpos.
Pensamientos para reflexionar