
“¡Cuán preciosos me son, oh Dios, tus pensamientos! ¡Cuán grande es la suma de ellos!” (Salmo 139:17)
“Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra” (2 Timoteo 3:16,17)
La Biblia no es un libro de una sola hoja, ni tiene una sola y única recomendación. Hay que leerla toda y considerarla siempre en su conjunto, porque tal cómo está escrito: “La suma de la Palabra es verdad” (Salmo 119:160)
No podemos colocar una verdad por encima de las demás verdades que se nos enseñan las Escrituras. No podemos ser dogmáticos en cosas que no tienen apoyo bíblico. No podemos presentar como doctrinas fundamentales, lo que Dios no presenta de esa manera, ni hacer doctrinas de una alegoría, ni interpretación alegórica sin tener en cuenta las enseñanzas que tiene la Biblia acerca de ese tema en otras partes. Por eso, siempre se dice que a la Palabra la tenemos que tomar como un todo.
El Antiguo y Nuevo Testamento se complementan, y no se puede comprender correctamente uno sin tener en cuenta las verdades reveladas en el otro.
Hay un dicho muy conocido que es bueno recordar siempre, y que dice que uno puede interpretar algún párrafo de la Palabra de la manera que quiera, con tal que con esa interpretación no niegue la verdad revelada en el resto de las Escrituras, ni desarmonice con los demás principios espirituales.
Esto son cosas a tener en cuenta. Por no comprender estos pequeños-grandes detalles, se imponen y prevalecen los pensamientos humanos por encima de las Escrituras dándole origen a todo tipo de sectas.
Pensamientos para reflexionar