“Santificaos, pues, y sed santos, porque yo Jehová soy vuestro Dios” (Levítico 20:7)
“Purificaos los que lleváis los utensilios de Jehová” (Isaías 52:11)
“Santos serán a su Dios, y no profanarán el nombre de su Dios, porque las ofrendas encendidas para Jehová y el pan de su Dios ofrecen; por tanto, serán santos” (Levítico 21:6)
Lo que impedía en el Antiguo Pacto que el sacerdote oficiara, nos enseña algo interesante. Pues como venimos viendo, ¿Cómo se presentará alguien delante de Dios estando en tinieblas?, ¿Cómo bendecirá a Dios si carga el peso de sus pecados sobre sus espaldas? ¿Cómo conducirá a la congregación quien camina torcido en su vida? ¿Cómo tomará responsabilidades si quedó detenido en su crecimiento? ¿Cómo verá claramente las cuestiones doctrinales, si tiene una visión parcial? ¿Cómo será utilizado por Dios cuándo él no está en paz y contagia a otros? ¿Cómo traerá crecimiento espiritual cuándo no hay poder de vida?
Ahora bien, hasta aquí tenemos una enseñanza espiritual y alegórica que debemos saber manejar para no extralimitarnos, teniendo en cuenta que bajo la ley esto era así y no tenía remedio. “Pues nada perfeccionó la ley” (Hebreos 7: 19) Pero, que, sin embrago, en la gracia, son situaciones que pueden cambiar. El que está en tinieblas puede caminar en la luz. El enano espiritual crecer. El cojo puede hacer sendas derechas para sus pies. (Hebreos 12:13) Porque ya no estamos bajo la ley y en Cristo hay restauración.
Por eso, no podemos desplazar a alguien para siempre, sino ayudarlo para su restauración y utilidad en el servicio para el que fue llamado “porque irrevocables son los dones y el llamamiento de Dios” (Romanos 11:29) Y en este tiempo de gracia, y con Cristo, se puede.
Pensamientos para reflexionar