SIERVOS INÚTILES SOMOS

“Es como el hombre que yéndose lejos, dejó su casa, y dio autoridad a sus siervos, y a cada uno su obra, y al portero mandó que velase” (Marcos 13:34)

“Como siervos de Cristo, de corazón haciendo la voluntad de Dios” (Efesios 6:6)

“Sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa de la herencia, porque a Cristo el Señor servís” (Colosenses 3:24)

“Y cuando hayáis hecho todo lo que os ha sido ordenado, decid: Siervos inútiles somos, pues lo que debíamos hacer, hicimos” (Lucas 17:10)


El Señor nos enseña que el primer deber del siervo siempre es la obediencia. Nos enseña que no debemos jactarnos de haber hecho lo que se nos mandó, porque debemos considerarnos siervos inútiles que, si bien es cierto, muchas veces hacemos cosas notables, esas cosas, son las que él mismo preparó para que nos ocupemos en ellas, como instrumentos en sus manos.

Debemos recordar siempre que estamos para servir, y no compararnos con los demás, ni estar mirando el servicio ajeno. Los demás creyentes, también por su parte deberán responder por aquellas cosas que el Señor les mandó que hicieran. Lo importante es que cada uno haga lo que se le ha pedido con fidelidad.

Cuando un amo, ponía a un siervo sentado en la sombra, mirando hacia el portón de la entrada, para que avise en caso de que viniera alguien, la misión de ese siervo era estar atento. Si ese siervo, veía a un consiervo suyo trabajando bajo el sol, y sacaba la conclusión de que su servicio era muy pequeño, y mientras seguía vigilando, dejaba su posición para ayudar a su compañero, estaba desobedeciendo. Si en ese momento venía su amo, lo reprendería por haber desatendido lo suyo. Y si el otro siervo, se quejaba por lo que estaba haciendo, también sería reprendido, porque cada uno debía estar ocupado en lo que el Señor le confió que hiciera.


Pensamientos para reflexionar

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