“Enséñame tú lo que yo no veo; Si hice mal, no lo haré más” (Job 34:32)
“Enséñame a hacer tu voluntad, porque tú eres mi Dios; Tu buen espíritu me guíe a tierra de rectitud” (Salmo 143:10)
Muchas veces nos encontraremos frente a situaciones que al parecer no tienen solución. En esos momentos pensamos: “No hay salida”. Al pensar así nos entregamos a tener que obrar mal o elegir el mal menor justificándolo con aquel pensamiento de que no tenemos otra alternativa, que no podemos hacer otra cosa…
Sin embargo, no es así. Lamentablemente nosotros lo vemos así, pero siempre hay alternativas y sobre todo de parte de Dios. Nuestro Señor lo expresa en su Palabra: “he puesto delante de ti una puerta abierta…” (Apocalipsis 3:8) Una puerta siempre nos habla de una entrada, pero también de una salida. Siempre habrá otras alternativas y no solamente las que generalmente vemos cuando obramos mal. Cuando el camino se cierra hay que volverse a Dios de todo corazón, reconocer sin justificar nada que hemos obrado mal e independientemente de él y pedirle que nos muestre que es lo que debemos hacer.
A veces, le pedimos a Dios que nos ayude en situaciones en las cuales no nos ha colocado. Allí la respuesta de Dios no será la ayuda para que superemos lo que está pasando, sino la fuerza para que nos volvamos atrás y no sigamos ese camino donde él no nos puso.
Recordemos siempre que obrar bien, en obediencia a Dios es lo que al hombre le saldrá más barato. Pecar nunca es gratis Nada resulta mejor que obedecer al Señor.
Pensamientos para reflexionar