“¿Por qué me llamáis, Señor, Señor, ¿y no hacéis lo que yo digo? Todo aquel que viene a mí, y oye mis palabras y las hace, os indicaré a quién es semejante. Semejante es al hombre que al edificar una casa, cavó y ahondó y puso el fundamento sobre la roca; y cuando vino una inundación, el río dio con ímpetu contra aquella casa, pero no la pudo mover, porque estaba fundada sobre la roca” (Marcos 6:46-48)
La Biblia dice. “Si fueren destruidos los fundamentos, ¿qué ha de hacer el justo?” (Salmo 11:3)
El mundo vive sin fundamentos. El cristiano por el contrario está bien fundamentado en Cristo.
Un mundo sin fundamentos, es un mundo que se viene abajo, por eso vivimos en un mundo caótico. Se ansía la paz, pero sobre la base de la violencia y la imposición. Y todo a lo cual se pretende llegar carece de base.
En la actualidad se legaliza el crimen, se desechan las leyes divinas, y cada día más el hombre se esclaviza tras sus pasiones, pero desea ser libre y sentirse bien. ¡Una tremenda contradicción!
Hoy se adoptan normas de conducta y establecen leyes que no solo van contra la moral cristiana, sino contra la moral humana. Más allá de sí el hombre tiene fe en Jesucristo, lo que vive el mundo es terriblemente espantoso. Ni los animales irracionales obran como el hombre.
La solución por lo tanto no la podemos esperar de parte del hombre, ni esperar que la traiga el progreso, pues probado está, como el hombre a pesar de haber hecho tantos progresos y descubrimientos, no pudo superar su crisis luego de haber destruido los fundamentos.
La familia, la sociedad, las naciones… todo tiene que tener una base sólida, establecida por Dios que fue quien nos creó, y no por los pensamientos variables del hombre.
Continúa en la parte 2
Pensamientos para reflexionar