SED SANTOS

“Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor” (Hebreos 12:14)

“Los cielos pasarán con grande estruendo, y los elementos ardiendo serán deshechos, y la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas. Puesto que todas estas cosas han de ser deshechas, ¡cómo no debéis vosotros andar en santa y piadosa manera de vivir” (2 Pedro 3:10-11)


La vida cristiana comienza con la salvación, sigue automáticamente con la santificación y alcanza su punto culminante con la glorificación.

La santificación posicional, es decir la santificación que hace que el creyente sea puesto aparte para Dios, es aquella que se ha logrado “mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre” (Hebreos 10:10) Pero, la santificación en el sentido práctico, esa que el creyente debe practicar diariamente separándose de lo que está mal ante los ojos de Dios, se hace por medio de la Palabra. Jesús dijo: “Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad” (Juan 17:17)

El creyente ha sido llamado por Dios que es Santo y por lo tanto debe vivir en santidad (1 Pedro 1:15) Notemos bien que esto no es solamente para los días de reunión. Alguien decía: El domingo somos santos, nos vestimos como santos, con pudor y modestia, de manera decorosa (1 Timoteo 2:9) hablamos de las cosas santas y procedemos santamente en todo. Pero luego, en la semana, nuestra vestimenta es otra, nuestras conversaciones son otras y nuestra piedad se desvanece…

Eso no debe ser así. Ligada a la pascua, figura de la salvación, estaba la fiesta de los panes sin levadura que debía celebrarse por siete días, figura de la plenitud de la vida del hombre, enseñándonos que una vez salvos y santificados para Dios, debemos vivir santamente.


Pensamientos para reflexionar

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