SE DESPOJÓ A SÍ MISMO Y SE HUMILLÓ HASTA LA MUERTE (2)    

“Y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla…” (Efesios 2:8-10)


Las Escrituras dicen que nuestro Señor, estando en la condición de hombre se humilló a sí mismo haciéndose obediente hasta la muerte y muerte de Cruz. Aquí, la palabra utilizada nos lleva a un hecho más profundo. Ya no dice que se despojó, sino que se humilló. Humillarse, según el diccionario, es pasar por una situación en la que la dignidad sufre algún menoscabo. Y esto es justamente lo que nos insinúa la expresión: “descendió hasta las partes más bajas de la tierra” (Efesios 4:9)

Nuestro salvador descendió hasta nosotros, se revistió de humanidad, para dar su vida en expiación por el pecado, llegando hasta la parte más baja, la de la condenación, en el lugar más infamado, el de la cruz del calvario.  Como hombre podría haber tomado la posición de un príncipe, y que todos se inclinaran ante su persona y le sirvieran. Pero no fue así. “Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos” (Marcos 10:45) “Estando entre nosotros como el que sirve” (Lucas 22:27)

Jesús se despojó a sí mismo bajando hasta nosotros y tomando la forma de siervo hecho semejante a los hombres. En esa condición se humilló a sí mismo haciéndose obediente hasta lo máximo, hasta la muerte y muerte de Cruz con todo lo que ello implicaba.  ¡Bendito sea nuestro Salvador!


Pensamientos para reflexionar

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