SE DESPOJÓ A SÍ MISMO Y SE HUMILLÓ HASTA LA MUERTE (1)  

“Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres” (Filipenses 2:5-7)


De nuestro Señor se dice que tuvo un sentir que somos llamados a tener también. Pues Él, existiendo en forma de Dios, no consideró el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse. Los hombres, nos aferramos a cualquier ventaja o prerrogativa, y la hacemos valer para no sufrir ningún contratiempo. Él, no. Él se despojó a si mismo tomando forma de siervo, haciéndose semejante a los hombres, es decir, similar a los hombres, pero sin pecado, pues él participó de la naturaleza humana, no de una naturaleza pecaminosa.

Al hacerse hombre, nuestro Señor se despojó a sí mismo. Despojarse, según el diccionario, es quitarse algo, una prenda, etc. o renunciar a algo que se tiene. Efectivamente, nuestro Señor, siendo Dios, Se despojó de sus glorias divinas velándolas bajo la humanidad que tomó tomando la forma de siervo, haciéndose hombre. No dejó de ser Dios, pero posicionalmente, se lo vio de otra manera, como un hombre, aunque siempre perfecto en todo.

Esta experiencia, hace que quien era rico se hiciera pobre para enriquecernos, pero, en otro sentido, lo engrandece aún más, dándole un conocimiento perfecto de todo. Pues, como Dios, él tenía un conocimiento perfecto de todo, pero como hombre, hizo la experiencia de conocer otras cosas que nunca podía haber experimentado en el cielo, cómo sentir dolor, tener hambre, sed, etc. (Lucas 4:2, Juan 19:28) ¡Cuán grande es nuestro Señor!

Continúa en la parte (2)


Pensamientos para reflexionar

www.lacuevadeadulam.com.ar  weblacuevadeadulam@gmail.com

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *