
“Mas al que no obra, sino cree en aquel que justifica al impío, su fe le es contada por justicia… Por tanto, es por fe, para que sea por gracia” (Romanos 4:5 y 16)
Sabiendo que el hombre no es justificado por las obras de la ley, sino por la fe de Jesucristo” (Gálatas 2:16)
Como venimos viendo, la salvación es por gracia, mediante la fe, y se nos dice, además: “Y esto no de vosotros, pues es don de Dios”. ¡Qué maravilla!
la Biblia dice que: La salvación es de Dios. (Salmo 3:8, Jonás 2:9) Enteramente de Dios, y se consigue mediante la fe, lo cual también es un don de Dios.
Ese versículo enseña que la fe no es algo intrínseco en uno. No es algo inherente del hombre, como tampoco es algo inherente el arrepentimiento. Son cosas que se experimentan porque Dios las produce. Dios produce la fe salvadora que es la que hace que el hombre acepte que es un pecador perdido y que crea en Cristo como su Salvador.
¿Por qué algunos tienen esa fe y otros no? ¿Dios quiso darles esa fe solamente a algunos? De ninguna manera. Dios quiere que todos los hombres sean salvos. (1 Timoteo 2:4) Pero esa fe se produce solo en aquellos que dejan que el trabajo de Dios haga efecto en sus corazones, cuando por su Espíritu y su Palabra son trabajados para arrepentimiento y llevados ante la luz de Dios para que vean el estado en el que se encuentran. Aquel que rehúsa creer, no experimenta ni arrepentimiento ni fe, ni nada, no porque Dios lo haya predestinado para perderse. sino simplemente porque rechaza o quiere establecer él mismo las condiciones de salvación.
Pensamientos para reflexionar