RÍOS DE AGUA VIVA

“A todos los sedientos: Venid a las aguas; y los que no tienen dinero, venid, comprad y comed. Venid, comprad sin dinero y sin precio, vino y leche” (Isaías 55:1)

“En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva” (Juan 7:38)


Aún hoy el Señor se para frente a las personas para decirles: Si alguno tiene sed venga a mí y beba…

Él quiere saciar esa sed que es la sed del alma. Sed que tiene el corazón del hombre y que solamente puede saciar Dios.

Dios asemeja la necesidad del hombre con la sed, pues cuando uno tiene sed, no puede estar tranquilo, y todo su ser lo siente. La sed nos abate y de nada sirve todo lo demás que se nos pueda ofrecer. Eso que todos en alguna ocasión de alguna manera experimentamos, es lo que el Señor utiliza para que comprendamos cual es la verdadera necesidad del alma.

¿Y como se bebe? Se bebe creyendo en el Señor Jesús como salvador. Jesús dijo, él que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva. ¡Qué maravilla! El Señor nos sacia y desde nuestro interior corren ríos de agua viva.

Los ríos en la Biblia son figura de bendición, prosperidad, comunicación…  porque tienen el elemento vital para la vida, el agua. No hay vida, ni cultivos, ni crecimiento, y esto es lo que hace brotar el Señor desde el interior de los suyos, quienes no solo son saciados, sino que ahora también llevan esa bendición a otros, porque habitados por el Espíritu Santo, los que son de Cristo no pueden permanecer callados.


Pensamientos para reflexionar

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