“De manera que la ley ha sido nuestro ayo, para llevarnos a Cristo, a fin de que fuésemos justificados por la fe. Pero venida la fe, ya no estamos bajo ayo, pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús; porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos. Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús” (Gálatas 3:24-28)
¡Qué grande es el contraste entre la ley dada por medio de Moisés y Cristo!
La Biblia dice que la ley ha sido un ayo. (Ayo es la persona encargada de cuidar y educar a los niños) Antes de Cristo, los hombres fueron enseñados y preservados por medio de esa ley. La ley, obviamente no salvaba a nadie, pues no era ese su objetivo. Dios por medio de la ley estaba mostrándole al hombre su pecado. “porque por medio de la ley es el conocimiento del pecado” (Romanos 3:20) Por eso, esa ley, nos preparó para la venida de Cristo.
Ahora, judíos y gentiles, (gente de las demás naciones) todos somos hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús y estamos identificados, no con Moisés y la ley, sino con Cristo. Por eso se nos dice que todos los que hemos sido bautizados en Cristo, los que estamos unidos e identificados con él, de él estamos revestidos. Dios nos ve en él, sin distinciones como las que había en la ley, teniendo todo el mismo valor ante sus ojos.
Revestidos de Cristo, Dios nos ve en él y los demás también. Como aquella persona que se sumerge en el agua, sale toda mojada, y la gente ve el agua que corre a través suyo, así el creyente muestra y refleja a Cristo, su salvador, a quien está unido para siempre.
Pensamientos para reflexionar