
“Todos perseveraban unánimes en oración y ruego… estaban todos unánimes juntos… Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones… Y la palabra del Señor crecía y se multiplicaba.” (Hechos 1:|14, 2:1, 2:42 12:24)
El tabernáculo fue la primera habitación de Dios en la tierra. Luego de sacarlos de Egipto “El Señor dijo: Harán un santuario para mí, y habitaré en medio de ellos” (Éxodo 25:8)
Hoy, es la Iglesia la morada de Dios (Efesios 2:2) y como habitación de Dios tiene sus características y principios espirituales que se mantienen inalterables.
Al mirar de lejos el tabernáculo, se veían las cortinas del atrio, de lino fino, limpio y puro. “Porque el lino fino es las acciones justas de los santos” (Apocalipsis 19:8)
Las cortinas del atrio median 280 codos (Ver Éxodo 27: 9 al 19)
Dentro de aquel perímetro, estaba el tabernáculo, el santuario propiamente dicho, donde estaba el lugar Santo y el lugar Santísimo, formado por diez cortinas de 28 codos cada una, (Éxodo 26:1,2) 280 codos.
Esto nos enseña un principio muy importante. La medida exterior era exactamente la misma del interior. Podemos emprender mil actividades, ministerios y servicios, pero, Dios ama la verdad en lo íntimo (Salmo 51:6) Y la medida de lo que hagamos hacia afuera, debe concordar con la medida interna de lo que Dios ve en los suyos.
Es fácil abundar hacia afuera, pero el testimonio que damos es como un árbol, que sostiene todo su follaje exterior, por un volumen similar en tamaño, en raíces que no se ven, pero que son fundamentales para su conservación.
Pensamientos para reflexionar