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“Yo conozco tus obras, y tu arduo trabajo y paciencia; y que no puedes soportar a los malos… Pero tengo contra ti, que has dejado tu primer amor. Recuerda, por tanto, de dónde has caído, y arrepiéntete, y haz las primeras obras; pues si no, vendré pronto a ti, y quitaré tu candelero de su lugar, si no te hubieres arrepentido” (Apocalipsis 2:2,4,5)
“Quitaré tu candelero de su lugar” Esta expresión está justamente en el mensaje la iglesia en Éfeso, pero tiene grandes enseñanzas para nosotros. Por eso está escrito: “El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias” (Apocalipsis 2:11)
Según la simbología que podemos discernir en ese pasaje y tal como la Palabra lo dice: “Los candeleros son las iglesias” (Apocalipsis 1:13) El candelero es el testimonio de luz que el Señor da por medio de su asamblea en tal o cual lugar. Él anda en medio de los candeleros y tiene sobre su Iglesia todo el control. Ve todas las cosas con una visión perfecta y a pesar de que veía mucho trabajo y paciencia entre los suyos en Éfeso, veía también algo fundamental: Habían dejado su primer amor. (Apocalipsis 2:4)
El amor es el verdadero motivo que mueve todas las cosas. El servicio y el culto que rendimos al Señor, es movido por ese motor. Dios no se contenta solamente con resultados, porque él ama la verdad en lo íntimo (Salmo 51:6) En Éfeso, ese fuego del principio había sido dejado atrás, y aunque seguían trabajando arduamente, el Señor debía apercibirlos para que recordaran de donde habían caído, se arrepintieran, e hicieran las primeras obras.
Dios siempre obra así, cuando declinamos, nos apercibe para que nos arrepintamos y solucionemos las cosas, si no, lo forzamos a obrar en juicio.
Pensamientos para reflexionar
