“No os engañéis; las malas compañías corrompen las buenas costumbres” (1 Corintios 15.33 V. Mod)
“Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios” (Santiago 4:4)
La Biblia le da un lugar importante y transcendental a la amistad. Refiriéndose al Señor dice que hay alguien, “amigo que es más unido que un hermano” (Proverbios 18:24)
De Abraham dice que fue llamado amigo de Dios (Santiago 2:23)
Así encontramos que cuando uno tiene amigos buenos y fieles tiene una gran bendición, pero también que, cuando los amigos no son fieles ni piadosos, ejercen una influencia perjudicial que lleva a la ruina.
Ammón, hijo de David tenía un amigo que se llamaba Jonadab. Alguien muy astuto que le aconsejó que fingiera estar enfermo e hiciera venir a su hermana a atenderlo, lo cual Ammón hizo siguiendo el consejo de su amigo y con lo cual logró abusar de su hermana pecando terriblemente. (2 Samuel 13:3-14)
Cuando Roboam, hijo de Salomón tomó el trono en lugar de su padre, desoyó el consejo de los ancianos de Israel para escuchar el consejo de los jóvenes amigos que se habían criado con él, los cuales le aconsejaron para mal conduciéndolo al fracaso. (Véase 1 Reyes 12:1-14)
Es muy importante saber quiénes son los amigos.
¿Quiénes son tus amigos? ¿Son personas que temen a Dios, y andan en sus caminos? ¿Son quienes tienen tu misma esperanza y te alientan a congregarse, a orar y leer la palabra de Dios? O, ¿son personas del mundo que te aceptan a ti, pero desechan a Cristo?
Pensamientos para reflexionar