¿QUÉ TIENE DE MALO HACER NUESTRA VOLUNTAD?

“Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres” (Juan 8:36)

“Para no vivir el tiempo que resta en la carne, conforme a las concupiscencias de los hombres, sino conforme a la voluntad de Dios” (1 Pedro 4:2)


Los creyentes deseamos hacer la voluntad de Dios. Sabemos que, haciendo su voluntad glorificamos su Nombre. Ese pensamiento exaspera a los incrédulos, pues todo cuanto “corte” su libertad les parece horrendo. Por eso critican a los creyentes, diciéndoles que la religión no los deja pensar, no los deja ser libres…

Eso, obviamente, según su criterio, un criterio influenciado por el pecado. Los incrédulos argumentan y dicen: ¿Qué tiene de malo que uno haga su voluntad? Nadie puede quitarnos ese privilegio. Nadie debe obligarnos para que hagamos su voluntad, porque somos seres humanos libres…  Y ante estas cosas muchos dicen Amén.

Lógicamente, los hombres deberían ser libres, pero no lo son, porque “el que hace pecado, esclavo es del pecado” (Juan 8:34) “y son esclavos de corrupción. Porque el que es vencido por alguno es hecho esclavo del que lo venció” (2 Pedro 2:19) El hombre podría hacer su propia voluntad sin que esto fuese malo, si su voluntad concordara con la de Dios para poder hacer siempre lo que estuviese bien.

Lamentablemente, la introducción del pecado degeneró al hombre. Corrompió su naturaleza, y trastornó su mente, colocándolo en enemistad con Dios ya desde sus pensamientos (Colosenses 1:21) Por eso es llamado a obedecer y hacer la voluntad de Dios, necesitando ser liberado y cambiado en Cristo. Eso, solo se logra, cuando, reconociendo su estado de perdición confía en Cristo como su Salvador.


Pensamientos para reflexionar

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