
“Pero hubo también falsos profetas entre el pueblo, como habrá entre vosotros falsos maestros, que introducirán encubiertamente herejías destructoras” (1 Pedro 2:1)
“Porque es preciso que entre vosotros haya disensiones, para que se hagan manifiestos entre vosotros los que son aprobados” (1 Corintios 11:19)
“Mas os ruego, hermanos, que os fijéis en los que causan divisiones y tropiezos en contra de la doctrina que vosotros habéis aprendido, y que os apartéis de ellos” (Romanos 16:17)
La palabra secta es una palabra que asusta, ofende y nadie quiere ser tildado como sectario, porque tenemos una visión de lo que es una secta muy limitada, identificando con ella a lo que es realmente perverso y contrario a todas las enseñanzas sanas de las Escrituras.
Sin embargo, si analizamos lo que realmente significa, nos daremos cuenta de que sectas y sectarismo es algo mucho más común de lo que creemos.
Una secta, como decíamos, en el sentido bíblico no es lo que comúnmente imaginamos. Al hablar de una secta, la gente imagina un círculo de fanáticos místicos que hacen y enseñan cosas perversas contra Dios y la Biblia. Un grupo de personas intransigentes y discriminatorias que no aceptan a nadie más que a los suyos. Secta es eso y mucho más.
SECTA, del griego HAIRESIS, Herejía, significa: Elección, preferencia [inclinación] por una doctrina u opinión, o escuela filosófica, teológica o política. Por extensión, se aplica a «partido» o «facción». Posteriormente llegó a significar un grupo de personas que sostenían una opinión particular, una secta, un bando).
Por lo tanto, esta definición, encaja perfectamente con todo grupo cristiano que, en lugar de guardar el testimonio a la unidad del cuerpo de Cristo, se divide de los demás, para formar su propio grupo de reunión, colocándose algún nombre que lo distinga del resto de sus hermanos e identifique sus doctrinas y sus opiniones.
Pensamientos para reflexionar