
“No seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error” (Efesios 4:14)
“No os dejéis llevar de doctrinas diversas y extrañas” (Hebreos 13:9)
Actualmente, habiendo tantos medios de comunicación y de información, difícilmente alguien en occidente pueda decir que no ha tenido noticia acerca de Dios, y que por eso cree lo que cree. Lógicamente, muchos tienen una religión por tradición familiar, cultural, etc. pero, generalmente, el hombre elige creer lo que le queda cómodo. El hombre cree lo que quiere creer
Cuando alguien analiza las imposiciones de las religiones, se pregunta: ¿Por qué las personas no eligen ser libres en Cristo? Luego, nos damos cuenta que la gente paga el precio que quiere pagar. Para muchos es preferible pagar ofrendas arrodillándose sobre maíz que dejar de hacer lo malo que están haciendo.
La Biblia dice: “¿Qué pide Jehová tu Dios de ti, sino que temas a Jehová tu Dios, que andes en todos sus caminos, y que lo ames, y sirvas a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma?” (Deuteronomio 10:12) Esto que pide Dios, es algo que el hombre no quiere dárselo. El hombre sin Cristo dice: Es preferible acercarse a un ídolo, o a una religión que imponga lo suyo, pero que no te modifica en nada, que, a Dios que quiere cambiar tu vida. Porque los ídolos no piden nada. Uno puede pedir cualquier cosa, y seguir pecando a brazo tendido; en cambio, Dios lo pide todo. Él pide: “Dame hijo mío tu corazón” (Proverbios 23:26).
Pensamientos para reflexionar