¿POR QUÉ DIJO DAVID NO QUITES DE MÍ TU SANTO ESPÍRITU?

“Y Samuel tomó el cuerno del aceite, y lo ungió en medio de sus hermanos; y desde aquel día en adelante el Espíritu de Jehová vino sobre David. Se levantó luego Samuel, y se volvió a Ramá. El Espíritu de Jehová se apartó de Saúl, y le atormentaba un espíritu malo de parte de Jehová” (1 Samuel 16:13,14)

“No me eches de delante de ti, Y no quites de mí tu santo Espíritu” (Salmo 51:11)


Para poder comprender la oración de David, debemos tener presente como actuaba el Espíritu Santo en el Antiguo Testamento.

En el Antiguo Testamento no tenemos una revelación plena de lo que es Dios en su trinidad. Se ve al Espíritu Santo obrar más bien como un poder sobre los hombres.

Cuando algún hombre debía llevar a cabo algo especial para Dios, el Espíritu Santo venía sobre él, lo facultaba de ese poder divino para obrar, pero luego se retiraba. (1 Samuel 16:14) Debido a esto, David, conociendo la experiencia de Saúl, pedía a Dios que no quitara de él su Santo Espíritu. Y eso era justo, ya que, en el Antiguo Testamento, el Espíritu Santo no tenía morada permanente sobre ninguna persona.

En el Nuevo Testamento las cosas cambian. El Señor Jesús les dijo a sus discípulos que el Espíritu vendría a morar en ellos, ese Espíritu que estaba con ellos, pronto estaría en ellos, cuando el Señor fuera glorificado. (Juan 14:17 y 7:39)

En la dispensación actual, el Espíritu Santo, es entre otras cosas, el sello que marca a las personas como propiedad de Dios para el día de la redención (Efesios 1.13 y 4:30) Es decir, para el día en el que venga el Señor a buscarnos. Por ese motivo, el Espíritu, puede estar contristado en el creyente, o apagado, pero no nos puede ser quitado como en tiempos de David.


Pensamientos para reflexionar

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