“En los caminos serán apacentados, y en todas las alturas tendrán sus pastos… porque el que tiene de ellos misericordia los guiará, y los conducirá a manantiales de aguas” (Isaías 49:9,10)
Los humanos tenemos actitudes paradójicas.
Confiamos en Dios y aceptamos que siempre nos da las cosas en plenitud. El Señor, “en quien habita toda PLENITUD” (Colosenses 2:9) Quiere “que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la PLENITUD de Cristo” (Efesios 4:13) Ha enviado al Espíritu Santo para que nos guiara “a TODA la verdad” (Juan 16:13) y mediante sus siervos, nos ha presentado “TODO el consejo de Dios” (Hechos 20:27)
Sin embargo, sabiendo y aceptando que de parte de Dios no hay nada incompleto, cuando se trata de congregarnos, para adorar y dar testimonio de su verdad, nos conformamos con “el mal menor”.
Sabemos que Dios no ha cambiado y la verdad siempre es actual y vigente, sin embargo, muchos se consuelan diciendo: Aunque donde me congrego hay aspectos doctrinales que no son justos y sé que muchas cosas están mal, al menos guardan algo de la doctrina, no apartándose tanto como otros.
¿Porque debe ser así? Si Dios nos ha dejado la verdad para que andemos en ella. Busquemos la verdad plena, no conformándonos con el mal menor como si no hubiese otra alternativa.
El Señor dice en su palabra:
“Paraos en los caminos y mirad, y preguntad por las sendas antiguas, cuál sea el buen camino, y andad por él” (Jeremías 6:16)
Pensamientos para reflexionar