“Los utensilios que te son entregados para el servicio de la casa de tu Dios, los restituirás delante de Dios en Jerusalén” (Esdras 7:19)
“Y llegamos a Jerusalén, y reposamos allí tres días… Al cuarto día fue luego pesada la plata, el oro y los utensilios, en la casa de nuestro Dios… Por cuenta y por peso se entregó todo, y se apuntó todo aquel peso en aquel tiempo” (Esdras 8: 32-34)
La Biblia nos cuenta de aquellos que subieron con Esdras a Jerusalén llevando los utensilios y la encomienda de las cosas santas. Y nos dice que todos los utensilios, el oro y la plata que iban a ser restituidos delante de Dios en Jerusalén, eran pesados, y que fue entregado y controlado por cuenta y por peso.
No era suficiente entregar una cantidad, sino que esas piezas tuvieran todo el peso que Dios exigía y que no faltará ninguno de los utensilios; pues Dios estaría satisfecho, solamente, al ver todo lo que él había provisto sin que no hubiera faltante cuando estemos en su presencia.
¡Qué solemne es todo eso! Nosotros, vivimos en otro tiempo y en otra dispensación, pero también somos personas a quienes se nos han encomendado cosas y almas por las cuales tendremos que dar cuenta en la presencia de Dios.
Dios nos ha confiado hijos. Deberemos responder por ellos en su presencia. A quienes se las confió responsabilidad en la congregación, y a quienes les fue dado el don de cuidar del rebaño, se les pedirá cuenta de aquellos que estuvieron a su cuidado (Hebreos 13:17)
¡Cuán necesario es entonces velar y procurar no dejar a nadie que haya caído tendido en el camino! ¡Cuán necesario es vivir conscientes del estado de cada utensilio, para cuidarlo y que esté en condiciones y no olvidarlo o dejarlo relegado!
Pensamientos para reflexionar
