“Bernabé… cuando llegó, y vio la gracia de Dios, se regocijó, y exhortó a todos a que con propósito de corazón permaneciesen fieles al Señor” (Hechos 11:23)
“Contentos con lo que tenéis ahora; porque él dijo: No te desampararé, ni te dejaré” (Hebreos 13:5)
“Cada uno esté plenamente convencido en su propia mente” (Romanos 14.5)
La piedad se basa en la relación del alma con Dios. De allí sus manifestaciones bondadosas, pues Dios es amor, misericordioso y clemente (1 Juan 4:8 Salmo 86:15)
La Biblia enseña que “de gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento” (1 Timoteo 6:6) Esto es porque Dios quiere que las cosas sean hechas de corazón. A él no lo podemos engañar y él ama la verdad en lo íntimo (Salmo 51: 6) Quiere que obedezcamos sin quejas ni lamentos, haciéndolo todo para la gloria de Dios (1 Corintios 10:31)
El diablo, disparará siempre sus dardos de disconformidad, por eso debemos estar atentos.
Fácilmente nuestro estado de ánimo cambia, cuando algún dardo del enemigo nos alcanza por no estar atentos ni protegidos con el escudo de fe. Podemos estar contentos con nuestro empleo, pero alguien viene y comenta que gana más, y nos toca, y ya es suficiente para quitarnos ese agradecimiento al Señor por lo que tenemos.
Lo mismo sucede cuando alguien se guarda en obediencia y habiendo dejado cosas por el Señor, se entera que otros creyentes no observan esos mismos comportamientos, y se aflige, y dice: ¿Cómo, yo me cuido de esto y aquello y los demás no, y nadie dice nada? Olvidando que cada uno debe estar convencido en su propia mente de lo que hace y debe hacerlo para el Señor, aunque nadie más quiera hacerlo.
Pensamientos para reflexionar