¿PARA QUÉ ESTE DESPERDICIO?

“Vino a él una mujer, con un vaso de alabastro de perfume de gran precio, y lo derramó sobre la cabeza de él, estando sentado a la mesa.  Al ver esto, los discípulos se enojaron, diciendo: ¿Para qué este desperdicio?…  Y entendiéndolo Jesús, les dijo: ¿Por qué molestáis a esta mujer? pues ha hecho conmigo una buena obra.” (Mateo 26:7-10)


Los cristianos generalmente somos incomprendidos, y más aún, cuando un creyente hace algo para la gloria de Dios.

Los discípulos no comprendieron a la mujer que quebraba el vaso de alabastro sobre el Señor y pensaron, sobre todo Judas, que era un desperdicio. ¡Terrible error! Ya que eso era una buena obra, declarada como tal por el mismo Señor Jesús.

Muchos creen que es un desperdicio de vida, si un joven sale a la obra del Señor siendo jovencito.  Y como desperdicio, por ejemplo, se tomarán aquellas cosas que los hijos de Dios hacen cuando se convierten, poniendo en orden sus vidas. Mientras el Señor y sus hermanos se gozan viéndolos como piden ser bautizados, como regularizan sus situaciones de vida, y como caminan hacia adelante en las verdades bíblicas, los demás, quizás, lo tomen como algo excesivo, preguntándose: ¿Vale la pena tal o cual cosa siendo ya grandes?

La respuesta es: ¡Claro que vale la pena! Dios siempre reconoce como buenas obras todo lo que se haga para glorificar su Nombre.

No es un desperdicio poner la vida en orden, bautizarse, pagar las deudas, ni entregarse plenamente para servir a Cristo; sino todo lo contrario. Esas son formas de confesar a la persona en la cual creemos y quien nos dijo: “Todo aquel que me confesare delante de los hombres, yo le confesaré delante de los ángeles de Dios” (Lucas 12:8)


Pensamientos para reflexionar

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