“El hijo honra al padre, y el siervo a su señor. Si, pues, soy yo padre, ¿dónde está mi honra? y si soy señor, ¿dónde está mi temor? dice Jehová” (Malaquías 1:6)
“Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo” (Hechos 2:36)
Hay personas que al ver a cristianos desobedientes dicen que esos cristianos, tienen a Jesús como Salvador, pero no como Señor.
Uno comprende lo que quieren decir, pero en realidad, quien tiene a Jesús como Salvador lo tiene también como Señor. No vemos en la Biblia que quien tiene a Cristo, tenga lo uno sin lo otro. Los creyentes desde el principio anunciaron “el evangelio del Señor Jesús, y los que creían, se convertían al Señor” (Hechos 11:20-21) Pablo, les escribió a los Romanos: “Esta es la palabra de fe que predicamos: que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo…porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo” (Romanos 10:8,9 y 13)
El que dice tener a Cristo como salvador, pero no reconoce su señorío, queriendo continuar su vida antigua sin conversión, aún está en sus pecados, aunque se crea salvo.
El que verdaderamente recibe a Cristo, le abre su corazón y entrega su vida. Se rinde a los pies de quien ahora pasa a ser su Señor, porque ha quitado del trono de su corazón a su YO, para que allí se siente y reine Cristo.
Obviamente, la salvación no es por obediencia al señorío, pero que quien recibe al Señor Jesús como Salvador, no puede luego ignorarlo como Señor.
Pensamientos para reflexionar