“No vayas a espigar a otro campo, ni pases de aquí… y aquí estarás junto a mis criadas. Mira bien el campo que sieguen, y síguelas…Y cuando tengas sed, ve a las vasijas, y bebe del agua que sacan los criados” (Rut 2:8,9)
“Para que ya no seamos… llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error” (Efesios 4:14)
En Internet hay todo. Uno puede leer, informarse y aprender cualquier cosa por ese medio. Internet nos permite también difundir la Palabra y las verdades bíblicas. Es decir que, si se utiliza de una manera sana, puede convertirse en una gran bendición, porque tal como está escrito. “Nada es inmundo en sí mismo…” (Romanos 14:14) Pero, siempre, debemos tener cuidado, porque entre lo que circula en la web, hay páginas de sana doctrina con materiales de hermanos sanos en la fe, pero, también hay juntamente con eso, información falsa, escritos peligrosos, ministerios no sanos que propagan el más alto veneno para las almas.
¡Tengamos cuidado! Si a un adicto se lo medica con drogas que le ayuden en su abstinencia, pero en lugar de recetárselas concienzudamente, velando para que se la entreguen bajo receta, se le dijera que pase al depósito del banco de drogas, y que se sirva él mismo, ¿no los estaríamos entregando a un peligro muy grande?
Quien tiene dudas bíblicas o quiere aprender sobre ciertos temas y se pone a buscar en internet, corre el riesgo de encontrar respuestas equivocadas, además de la tentación de seguir navegando en otros contenidos que le harán daño.
Es bueno recomendar siempre lecturas sanas a los creyentes, de hermanos o ministerios reconocidos, para que no busquen al azar en la red, porque pueden hacerse mucho daño espiritualmente, espigando en campos ajenos. (Rut 2:8)
Pensamientos para reflexionar