“No seas vencido de lo malo, sino vence con el bien el mal” (Romanos 12:21)
“Ciertamente yo buscaría a Dios, Y encomendaría a él mi causa; El cual hace cosas grandes e inescrutables, Y maravillas sin número” (Job 5:8,9)
Es cierto que muchas veces, nos encontramos ante situaciones que no tienen solución. Y allí recordamos: “Lo torcido no se puede enderezar…” (Eclesiastés 1: 15)
Lo que no es cierto, es que en situaciones así, si conocemos a Dios, tengamos que obrar como lo hace el resto, dando todo por perdido y permitiendo que el diablo que ha venido para hacernos daño gane la partida.
Es cierto que cuando uno da algo por perdido, continúa luego sin esa preocupación, porque en cada pérdida hay una liberación, pero, ¡cuidado! Luego hay que seguir viviendo y si obramos fuera del pensamiento de Dios, lo tendremos que hacer desde un escalón más abajo, ante nuevos problemas y tentaciones al mal que dificultarán mucho el camino a seguir.
Por ejemplo: No es cierto que ante un problema matrimonial la solución sea el divorcio. No es cierto que ante un inconveniente laboral se daba dejar el empleo. Cuando tenemos una basurita en el ojo, no nos arrancamos el ojo, sino sacamos la basurita, y si no podemos, recurrimos a alguien que nos pueda ayudar. Así debemos hacer en todas las cosas.
Cuando las cosas andan mal, y vemos que no hay solución, recordemos: Para nosotros es imposible, pero para Dios no, entonces, juntémonos y oremos hasta que no nos queden palabras ni lágrimas que derramar, y veremos como todas las cosas son posibles para Dios. (Marcos 10:27)
Pensamientos para reflexionar