“¿Por qué se lamenta el hombre viviente? Laméntese el hombre en su pecado” (Lamentaciones 3:39)
Todos pasamos por momentos críticos alguna vez. En esos momentos, algunos buscan a Dios y se aferran, otros, lo culpan e interpelan llenos de reclamos…
Es notable, culpamos a Dios, cuando, si fuésemos sinceros nos daríamos cuenta de que la vida sucede naturalmente y está inevitablemente marcada por las decisiones que tomamos.
Es verdad que muchas cosas suceden sin que tengamos responsabilidad directamente; pero, en esta ocasión, nos referimos a las situaciones difíciles que vivimos como consecuencia de nuestros errores.
Israel pasaba por momentos terribles, y por boca del profeta el Señor les dijo: “¿No te acarreó esto el haber dejado a Jehová tu Dios, cuando te conducía por el camino?” (Jeremías 2:17)
Debemos reconocer que para nosotros también muchas veces fue así. Dios quiso conducirnos por un camino, y nosotros, elegimos otro, con ese espíritu que se ve en el (Salmo 2:3) dijimos: “Rompamos sus ligaduras” y así desoímos la voz de nuestros padres o quienes nos hablaron la Palabra de Dios.
Hoy es bueno reconocerlo y volvernos de corazón a Dios quien será amplio en perdonar. (Isaías 55:7) Por eso la Biblia nos dice: “Vuelve ahora en amistad con él, y tendrás paz;
Y por ello te vendrá bien” (Job 22:21) porque “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonarnos de nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad” (1 Juan 1:9)
Pensamientos para reflexionar