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“Unánimes entre vosotros; no altivos, sino asociándoos con los humildes. No seáis sabios en vuestra propia opinión” (Romanos 12:16)
“Derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo” (2 Corintios 10:5)
Dios habla muchas veces en su Palabra acerca de nuestra propia opinión. Todos los seres pensantes formamos una opinión acerca de las cosas, y eso está bien. Lo que no está bien es desoír los consejos y apreciaciones de los demás y sobre todo desechar el pensamiento de Dios basándonos en nuestra propia opinión. La Biblia dice: “No seas sabio en tu propia opinión” “¿Has visto hombre sabio en su propia opinión? Más esperanza hay del necio que de él” (Proverbios 3:7 y 26:12) Ser sabio en nuestra propia opinión es generalmente una tozudez.
El creyente no está llamado a razonar hasta formar su propia opinión, sino a buscar la opinión de Dios, declarada en las Escrituras.
Tener una opinión favorable de uno mismo, aleja de Dios y obstaculiza el trabajo divino para salvación. “Hay generación limpia en su opinión, si bien no se ha limpiado su inmundicia” (Proverbios 30:12) Dios por medio de su Palabra y la acción de su Espíritu trabaja en los hombres para que estos se den cuenta de su condición pecaminosa y se arrepientan. Alimentar una propia opinión y discutirle hasta el mismo Dios sus declaraciones, es necedad.
Es triste ver a personas completamente satisfechas de como son, como han vivido, de cómo piensan y actúan. A esas personas es difícil hablarles de la necesidad de la salvación, porque son tan necios que no ven su necesidad.
Pensamientos para reflexionar
